Autor: Mariano González Beltrán, 2009
Ubicación: Calle Santa Clara. Murcia
Imagen: Carátula de la invitación a su inauguración.
Obra: El bufón de los cencerros.
Ubicación: Calle Santa Clara. Murcia
Imagen: Carátula de la invitación a su inauguración.
Obra: El bufón de los cencerros.
El bufón de los cencerros supuso la cuarta
escultura que el escultor murciano Mariano González Beltrán situaba en las calles
de Murcia, tras el Monumento a los Derechos del Hombre en la plaza Santo
Domingo, el Homenaje a Salzillo en la plaza de San Andrés representado por un
ángel y la que representa a Paco Rabal en la plaza Santa Gertrudis.
La escultura se trata de un regalo de la
fundación Cajamurcia a la ciudad de Murcia y a su inauguración asistieron, el
entonces presidente de la Comunidad Autónoma, Ramón Luís Valcárcel, el alcalde
de Murcia, Miguel Angel Cámara, el Vicepresidente y Director General de
Cajamurcia, Carlos Egea Krauel y el propio escultor.
Momento de la inauguración el día 9 de octubre de 2009 Fuente www.laverdad.es |
Así pues, el 9 de octubre de 2009 y tal y como
quedó recogido en numerosos medios de la prensa escrita, de cuyas publicaciones
dejo testimonio más abajo, tuvo lugar la inauguración de la escultura del
“bufón de los cencerros”.
Volcado de las noticias aparecidas en la prensa escrita con motivo de la inauguración de la escultura. Fuentes: www.laopinióndemurcia.es, www.laverdad.es y www.europapress.es |
Con el fin de profundizar un poco más en la obra y de obtener información adicional a la publicada en los medios de comunicación, solicité una entrevista personal con el escultor a través de su representante, entrevista a la cual accedió gustoso invitándome a su casa donde tiene su estudio.
Una vez en su estudio, me siento abrumada por
la cantidad de obras que conserva y que me impulsa a sacar numerosas instantáneas
de las que a continuación muestro una parte:
Entre tanta escultura y embebida en mi interés
por captar todo lo que observo, de repente, me doy de bruces con el motivo que
me ha llevado hasta allí y me encuentro con una figura que impacta por su
tamaño, sobre todo al encontrarse ubicada en un espacio cerrado. Esta figura, por
la cual me siento observada, me invita de inmediato a captarla con mi cámara
digital.
Se trata, ni más ni menos, que una
reproducción del “bufón de los cencerros” del mismo tamaño que la situada en la
calle Santa Clara, pero de mucho menor peso como consecuencia de la sustitución
del bronce y el acero corten por el poliéster.
Escultura en poliéster en el estudio del escultor. MJ Pérez (Dic. 2014). |
Posando con el "bufón de los cencerros" en el estudio del escultor MJ Pérez (Dic. 2014). |
La
idea del bufón de los cencerros
En cuanto al origen que le llevó a modelar el
bufón de los cencerros, González Beltrán me cuenta que, en general, el origen
de sus obras se debe a los recuerdos que conserva de su niñez, retazos de su
experiencia vivida y que le impresionaron, así como de sus sueños. En palabras
de Antonio González Valverde (Director de la Fundación Séneca) “el sueño, la memoria y las múltiples formas
del sentimiento, ocupan una posición privilegiada en la obra de González
Beltrán” [1].
El
escultor me explica que las obras que había realizado hasta la fecha estaban
enfocadas hacia la belleza masculina o femenina, respecto a la femenina, para
él, el valor de su belleza se centra en su propia naturaleza, es decir, el
poder que le ha otorgado la naturaleza de procrear. Para González Beltrán no
tiene demasiado mérito la belleza física de una mujer adolescente, siendo de
carácter efímero y superficial ya que a esa edad toda mujer tiene una belleza
superficial indudable. No obstante, la maternidad de la mujer va más allá de la
belleza física, centrándose en una belleza espiritual, es decir, González
Beltrán va buscando el alma en sus obras. En este caso decide que su obra no
estará basada en la mujer.
Si en
la mujer se ha decantado más por su belleza interior, en el caso del hombre, el
escultor se ha decantado más por su belleza corporal, como es el caso del “Ícaro
de Águilas”.
Después
de repetir en sus obras un modelo de belleza masculino, esta vez quería dar un
aire más “abufonado”, como él dice, de la imagen del hombre. Ha querido
desmarcarse de los modelos de belleza masculinos, mostrando una realidad y
recurriendo una vez más a los recuerdos de su infancia en la huerta murciana.
Según
comenta el escultor, antiguamente los agricultores vendían la fruta por
toneladas a los fabricantes para la elaboración de fruta enlatada en almíbar y
un simple picotazo de pájaro en una fruta hacía que los fabricantes la
desecharan, por lo que el agricultor no obtenía beneficio alguno de la misma.
Para evitar esta situación, los agricultores pagaban una cantidad irrisoria a
personas con escasos recursos para otro tipo de trabajos, que por aquél
entonces, se colgaban alrededor de la cintura latas llenas de piedrecitas.
Su
misión consistía en caminar por los alrededores de los frutales, haciendo así
un ruido estridente con la finalidad de espantar a los pájaros y evitar
picaduras en la fruta.
Si bien
el escultor ya había recurrido a la figura del bufón con anterioridad en alguna
de sus obras a menor escala, como me muestra en algunas de las reproducciones
que conserva en su taller, en esta ocasión, se sirve de la figura del bufón
para transmitir un doble mensaje, por una parte el del carácter “abufonado” del
hombre, dejando de lado como decía anteriormente la tan representada belleza
corporal, por otra, coloca al bufón situado sobre una esfera divida en 3
partes, a través de esta esfera dividida, el escultor quiere transmitir el
precario equilibrio que el ser humano traslada a su hábitat natural.
Ejecución del encargo; el proceso de fundición
A
continuación, González Beltrán me explica el proceso llevado a cabo una vez
modelado en barro el bufón de los cencerros, que en general es el que sigue
para todas sus obras, del cual inserto un video y a continuación transcribo:
En
primer lugar a la obra finalizada en barro, se le da una capa de goma o caucho
con el fin de hacer un negativo, una vez ha secado la goma, se le va añadiendo
escayola con el fin de que ese negativo tenga una solidez.
Posteriormente
una vez seca la escayola, se abre por la mitad y queda el negativo en goma y
escayola, se extrae el original en barro y al negativo se le añade cera de
abeja caliente de aproximadamente medio centímetro de grosor que será el grueso
que finalmente adquiera la obra en bronce.
Una vez
obtenido el positivo en cera, las dos mitades del positivo en cera se juntan y
la cera se repasa. Este positivo en cera será rellenado de arena y
posteriormente se introducirá en una especie de barriles que se llenan de arena
y un compuesto de cola y se introducirá este bloque en un horno unos 2 o 3
días, de esta forma, la cera desaparece y en el hueco que deja la arena entre
positivo y negativo, entra el bronce.
Una vez
enfriado el bronce, se va repasando la pieza cortando los bebederos y quedando
la pieza preparada para dar la pátina.
Para
ello se le dan ácidos con los que se define el color final que lucirá la
escultura. En concreto me informa el autor que debido al clima poco húmedo que
tenemos, las piezas de bronce expuestas en el exterior, adquieren un color
ennegrecido al contrario de las situadas en el norte, donde llueve y nieva con
mayor frecuencia lo que lleva a las esculturas en bronce a coger un tono
verdoso.
El escultor posa junto a su obra todavía inacabada en la empresa de fundición ARTE 6 de Arganda del Rey. Pedro Martínez Navarro (2009). |
Un operario ultima los trabajos sobre la escultura en la empresa de fundición ARTE 6 de Arganda del Rey. Pedro Martínez Navarro (2009). |
En cuanto a las características del bufón de
los cencerros, González Beltrán me explica que se trata de una escultura en
bronce y acero corten de aproximadamente tres metros de altura y un peso de
entre 600 y 700 kgs, para culminar el proceso, el escultor se trasladó a la
fundición situada en Arganda del Rey (Madrid).
Con respecto al encargo de la obra por parte
de la fundación Cajamurcia, el escultor me informa de que aquella le dio total
libertad para la elección del motivo, se enfrentaba así al “vacío” del que
debía partir su obra.
Las
latas que observamos en la escultura, a pesar de parecer auténticas, no lo son,
sino que son partes de la escultura igualmente trabajadas en bronce.
Adicionalmente, se le han añadido unas etiquetas especiales, creadas con una
protección específica para la intemperie y protegidas por poliéster, imitando
las marcas de tradicionales fabricantes de conserva murciana.
La imagen muestra el deterioro sufrido por las latas actualmente. Imagen tomada en enero de 2015. MJ Pérez. |
En
cuanto al rostro, al igual que ocurre con el resto de sus obras, se trata de
una figura anónima, ya que en palabras de Juan Ramón Medina Precioso “él crea, no recrea, es decir, no ofrece
versiones, por singulares que fueran, de lo ya conocido” [2].
Por
otra parte, si nos fijamos en la espalda de la escultura, como un patrón que se
repite en sus trabajos, aparece abierta, y podemos observar la presencia de
huecos o zonas inacabadas donde se pueden apreciar las marcas de sus dedos y la
impresión de su sentimiento al modelado. González Beltrán rehúye de la piel
exageradamente retocada, del remate preciosista y prefiere dejar entrever, que
en sus esculturas se puede encontrar algo más, oculto en el alma de la pieza.
Detalle de la abertura de la espalda del "bufón de los cencerros". Pedro Martínez Navarro (2009). |
Quizás
como las define Miguel A. Hernández-Navarro, más que aberturas, deberíamos
denominarlas cerraduras. “No es aquello
que comienza a abrirse, sino aquello que no se ha podido cerrar, el resto
ineludible del proceso de creación, un pasado que queda abierto al presente” [3].
La obra de González
Beltrán
Así pues, la obra de González Beltrán ha
quedado identificada por los, ícaros, bufones, toreros, embarazadas, niñas y
canasteras entre muchas otras obras. El escultor define a su obra como
contemporánea y moderna porque está realizada en el presente, en nuestro
tiempo, por lo tanto aunque lo pretendiese, que no es el caso, no podría ser
antigua, se trata de una obra actual a través de la cual quiere transmitir un
sentimiento.
En
definitiva, González Beltrán no busca el perfeccionamiento únicamente en lo
material, sino también en lo inmaterial, no sólo domina la técnica, sino
también psicológicamente, se domina a sí mismo, busca su equilibrio interno y
tiene el control sobre su imaginación favoreciendo así la receptividad
estética.
Goza de
bondad de corazón, por eso el amor y belleza se ven reflejados en
sus obras, la inspiración nace del entusiasmo (fuego interior, elevación del alma),
pero requiere también la serenidad (orden en la personalidad) para expresarse.
El equilibrio entre estos dos aspectos contradictorios es lo que le ha
permitido la genialidad, por tanto, como diría Moreno (2006) González Beltrán
es un artista indiscutible.
Por
último, siguiendo el pensamiento de Moreno (2006), y después de tener el
privilegio de pasar unas horas con el escultor, tengo que decir que la fama
alcanzada por González Beltrán está plenamente justificada por cumplir el otro
requisito imprescindible: la bondad de corazón. Persona sencilla, humilde,
tranquila, serena, equilibrada,….; Las tres horas que pude disfrutar en su casa
fueron una experiencia inolvidable, todo el espacio que me rodeaba me llenaba
de paz, su casa es un espacio de serenidad y belleza, con cuidados jardines y obras
de arte por doquier, con una chimenea de leña y una compañía tan agradable no
se puede pedir más.
La despedida
Antes
de despedirme del “maestro”, tuvo la gentileza de obsequiarme con dos de los
libros que se han escrito sobre su obra y que amablemente me dedicó.
Dedicatoria del escultor. MJ Pérez (Dic. 2014). |
Mi más
sincero agradecimiento a Pedro Martínez Navarro, por facilitarme el material
imprescindible para la realización de este trabajo y sin cuya mediación esta
entrevista no habría posible y, por supuesto, a Mariano González Beltrán, por
su paciencia en las explicaciones y por su ayuda desinteresada en la
realización de este trabajo.
Nota biográfica:
Mariano
González Beltrán nació en Murcia en 1948. Está considerado como uno de los más
importantes escultores españoles de su generación y uno de los de mayor
proyección internacional.
Podemos
encontrar su obra en espacios públicos, organismos y colecciones privadas de
todo el mundo, en especial de Europa y Estados Unidos. Casi un centenar de
exposiciones han mostrado al público una obra en permanente evolución.
Entre
sus obras más distinguidas se encuentran, el “Monumento a los Derechos Humanos”
para el Consejo de Europa en Estrasburgo, el regalo de la Comunidad Autónoma de
la Región de Murcia con ocasión del enlace de S.A.R. el Príncipe de Asturias y
la obra encargada por la ciudad de Murcia como reconocimiento a Francisco
Salzillo con ocasión del Tercer Centenario del imaginero murciano.
Bibliografía
[1] Antonio González
Valverde, González Beltrán, la pasión por
crear. GONZÁLEZ BELTRÁN (2007), pág 45.
[2] Juan Ramón
Medina Precioso, La metamorfosis del
sueño, GONZÁLEZ BELTRÁN (2007), pág 25.
[3] Miguel A.
Hernández-Navarro, El propio tiempo. La poética
escultórica de González Beltrán, GONZÁLEZ BELTRÁN ESCULTURAS (2008), pág 127.
La Verdad de Murcia. Inauguración del "bufón de los cencerros". Recuperado el 20 de diciembre de 2014, de La Verdad de Murcia: http://www.laverdad.es/murcia/20091010/cultura/bufon-cencerros-cuarta-escultura-20091010.html
La Opinión de Murcia. Inauguración del "bufón de los cencerros". Recuperado el 20 de diciembre de 2014, de La Opinión de Murcia: http://www.laopiniondemurcia.es/cultura-sociedad/2009/10/09/gonzalez-beltran-instala-hoy-santa-clara-escultura-bufon-cencerros/203016.html
Fundación Mariano González Beltrán. Datos biográficos. Recuperado el 22 de diciembre de 2014, de Fundación Mariano González Beltrán: http://www.fundaciongonzalezbeltran.com/index.php
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